viernes, 13 de noviembre de 2015

Te cambio mi cerebro por tu corazón

Libros, cuadernos, todos apilados encima de mi escritorio formando un muro, la cortina de la ventana de mi cuarto, impidiéndome ver más allá. Cada párrafo que leo, cada tramo de tinta que dejo a presión en el papel me hace ignorar más esa preciosa curva de tu mejilla. Hay una batalla en mi mente entre Alfonso XII y la carcajada de tu pupila. Y sigo sentado pensando en la raíz cuadrada de menos uno, mientras tú lo haces en la historia de tu vida.
Me es imposible levantarte la mirada llamando tu atención porque no quiero interrumpir el ritmo de tu caminar. Te apoyas sobre una sola punta centrada en tu trabajo como artista de la pintura de mi definición como ente. Y solo temes que yo no llegue a la meta, ¡yo no quiero llegar a ningún sitio si no eres tú la que me anima a recorrer cualquier sino! Solo te pido que te vires y me digas que suelte el bolígrafo, que todo lo que hago ahora es parte de una ilusión de colores grises que solo sirve para recordar que supe algo y lo olvide escondiéndolo todo en cada arruga de mi frente. Simplemente estoy frustrado porque suspendí mi examen y tampoco aproveché para abrazarte.

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