miércoles, 24 de junio de 2015

Acompañado por mí mismo en una triste tormenta

Entré en la ducha con gafas, me sentía algo raro al llevarlas puestas en esa situación, pero quería hacerlo. Sensaciones de indiferencia y vacío dominaban mi mente, y nunca me gustaba cuando pasaba eso, simplemente me dejé llevar por mi cuerpo. Solía tomar duchas de hasta cuarenta y cinco minutos únicamente porque me relajaban. Para mí eran mejores que cualquier té o caricia hipócrita de cualquiera. Miraba como las gotas y chorros de agua se deslizaban por los cristales de mis anteojos y, cabizbajo,  veía su fluir. Me daba la sensación de que lloraba pero no estaba triste, ya que ya había visto mis gafas encharcadas de mí. Mientras me distraía con el agua pensaba en mis pesares y, la ansiedad y la angustia se apoderaron de mi alma.

sábado, 20 de junio de 2015

Héroe

Supongo que solo quería vivir aventuras con mis juguetes, que algún día sus caras de plástico empezarían a gesticular como hacían Woody y Buzz Lightyear. Pero ni mi vaquero gritó "yeeeeeeehaa" ni mi astronauta "hasta el infinito y más allá...".

Llegó una época en la que el hombre araña me fascinaba, tanto que le dije un día de esos de mi infancia a mi madre: -Cuando sea grande quiero ser como Peter Parker.
Y otra temporada en la que hacer que el villano de la película explotase en chispas, como en los Power Rangers era mi mayor ilusión. Me encantaban las figuritas de esos guerreros de colores y pasaba las tardes jugando con ellos.

sábado, 6 de junio de 2015

Dedicatoria a una niña grande

Te pude ver perfecta y perfectamente, pude ver como no eras tú y eras otra, pero al mismo tiempo era a ti a quien yo veía. Todo estaba oscuro, y te observaba sobre un fondo negro, solo a ti, sin música de fondo, sin un foco que te iluminara porque no te hacía falta nada de eso. Destacabas, tú y tus movimientos hipnotizadores. Saltabas de un lado a otro en mí, y me gustaba, porque te veía perfecta. Sabía que te gustaba lo que hacías, porque se que te encanta y te hace ser niña de nuevo. Después de todo son nuestras ilusiones y sueños los que nos hacen abrir una puerta hacia nuestros primeros nueve años de vida. Movías los brazos con los pies: todo armonizaba como una sola pieza del piano que quiero que un día toques de nuevo. Cada vez tengo las mejillas más mojadas y los ojos más rojos. Estoy tan orgulloso de ti que hasta me da vergüenza reconocerlo. Te veo y vuelvo a mirar, y por más que mis ojos quieran seguirte, tu te ríes de todo porque en ese momento eres perfecta y disfrutas de ello.