Te pude ver perfecta y perfectamente, pude ver como no eras tú y eras otra, pero al mismo tiempo era a ti a quien yo veía. Todo estaba oscuro, y te observaba sobre un fondo negro, solo a ti, sin música de fondo, sin un foco que te iluminara porque no te hacía falta nada de eso. Destacabas, tú y tus movimientos hipnotizadores. Saltabas de un lado a otro en mí, y me gustaba, porque te veía perfecta. Sabía que te gustaba lo que hacías, porque se que te encanta y te hace ser niña de nuevo. Después de todo son nuestras ilusiones y sueños los que nos hacen abrir una puerta hacia nuestros primeros nueve años de vida. Movías los brazos con los pies: todo armonizaba como una sola pieza del piano que quiero que un día toques de nuevo. Cada vez tengo las mejillas más mojadas y los ojos más rojos. Estoy tan orgulloso de ti que hasta me da vergüenza reconocerlo. Te veo y vuelvo a mirar, y por más que mis ojos quieran seguirte, tu te ríes de todo porque en ese momento eres perfecta y disfrutas de ello.Supuse que era un sueño porque fuiste tú la que me sacó de él. Sabes cómo soy, simplemente seguí viviendo por mi parte, pero recordando siempre aquella fugaz imagen que se volvió eterna en la que aparecía una niña preciosa bailando ante un público que ni para ella existía. Al fin y al cabo, un buen artista trabaja para él, no para los demás. Tú eres de las mejores artistas que se pueden encontrar, ¿y sabes por qué eres especial? Porque encima eres madre y para eso sí que hay que enfrentarse a un público y ese soy yo.
Mando un rato al carajo tus palabras, pero no de mala manera, ya que simplemente me quedo en la cama recordando aquel sueño, para que no se me pierda en alguna de las cavernas de mi mente. Recobro fuerzas y me levanto. El mismo mañanero de siempre. Ni te saludé: así son los amaneceres en nuestro hogar, solo despedidas. Pero esto únicamente pasa porque en la noche no nos decimos adiós sino que nos quedamos viéndonos con los ojos cerrados.
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