miércoles, 14 de octubre de 2015

Adiós

Pienso que debería estar solo, tocando solamente un solo de guitarra. Que no merezco la vida que tengo porque ni si quiera la aprecio. Soy un vago que ya no quiere esforzarse en hacer una vida mejor escalando este acantilado que me hace un agujero en las entrañas. Que cada pieza de dulce que logro hornear se quema en el olvido de un postre en el horno. Este cuerpo no es mio pues mi alma lo ha robado de algún escaparate de objetos de decoración moribundos. Las ojeras se entierran cada vez más en mis mejillas dejando caer mi cordura y exprimiendo mis lacrimales hasta quedarme satisfecho. Quiero mudarme y ya tengo las maletas hechas. No escucharé a nadie llorar mi despedida pues me iré solo, tapándome las orejas para no escuchar el silencio. Nunca me escuché a mi mismo y fue un error. Siempre me escucho decir que coja el primer vuelo para ir lejos de ustedes. Y escucharé la dulce risa que retumbó en mis pulmones que me hará recordar este momento como el más terrorífico dentro de una maleta de viaje.

Nunca seré el mejor en tu vida como dices, ni tampoco el antídoto de las píldoras que tomas cada noche para separarte más del suelo. Para mí no soy nada, solo un pequeño frasco de polvo gris en una tienda de perfumes. No capto la esencia de este destino y mis dedos solo rozan una mano huesuda y seca. Tampoco sé caminar, y es tan patético que río por no llorar. Estoy tan ciego que incluso choco con las paredes para saber si sigo de pie. Esto no es una carta para los supervivientes de sus sinos escrita desde el lugar donde ninguno tiene forma, pero si no te vuelvo a ver es porque dejé de sangrar. 

Lo siento por todo porque no siento nada.

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